martes, 6 de febrero de 2018

Jamila Medina - Cuba

Foto: Fabricio Estrada



De Huecos de araña

Tragaluz

Una hojarasca de coral sale del mar / juntada
y va untándose
                       a las grietas
                                          del arrecife
yerba que crece en los rescoldos los recodos los ajuares de los muertos cansados
pasta flamante
yedra
un muérdago que emana desde el corazón pedregoso de Odín
se va podando en suave de coral, en cantos ralos.
Sobre la plaza de ciudad se otean las banderas verdeantes, rojinegras, ambaradas
y alrededor del dienteperro de la placa brillosa de la plaza
de la estatuada y de la soldadería
se puede ver cómo se añade una crisálida a otra            cómo se va cerrando
                                                                                 demudada
                                                    la hojarasca tranquila:
azulejeada por salir del mar, aunque más violada hacia los cantos, casi sangre.
En el remate del festón que avanza, una fe blanca llamea: grasa
del borde de una herida
carne madurada de cangrejo
por la piedra.
Al centro del círculo inicia a escucharse la embestida:
los capitanes atraviesan apuntalando el orden
–avizorando pabellón–
se cambian charreteras por chalupas
corre la voz de que marinos probos
no abandonan de asaltar la pescachada.
La hojarasca se anima cuando los ve subir por la gangosa superficie de la raspadura
comienza a pintar circes en el mar, carambolas, caracolas, endilgares,
volutas púrpuras de sierpes de coral
el muérdago
crece en los entresijos de las sienes:
intersticios del aire
indescifrando respirar
ostráfago.
Luego
lentamente
los corales se vuelven a la playa y detrás suyo
una hilacha de baba como un hilo de plata anuncia la llegada de la arena, cruzándose, fecunda pobladíos de velos fulgurantes de mujer.
Repican repican repican picando en baja mar
caen yardas de hombres de los cielos.
Rumorean
que la hojarasca entra despacio por la tierra
si se apagan de noche las banderas.
(Particularmente he pedido un intermezzo;
no quiero alentar la fácil respuesta que soñé o he visto ayer en mi ventana:
el viento cortaba a contraluz

y andanadas tricolor, enrojecidas, se combaban entrando por el mar.)



Donde empiezo adorando unas mejillas y termino mordiéndolas:
manzano

I
Hombre vanidoso
hombre pequeño
pavonea esos pechos de estriado farol chino
esponjillas vapor
algodonosas tetas retejidas e infladas como globos
color carne-porcelana
brillo carne-porcelana

permítenos tocar
conducirte a esos cuartos-tocadores de espejeantes coquetas de membrillo

ya sabemos que allí
no se abrirá tu bata para biencabalgarnos
ya sabemos

no pedimos que cales bayonetas:
1-2 y 1-2 y 1-2
ofrecemos guirnaldas y alhelíes
rubias trenzas
y algunos pares
                  de piernas
                          de tacón

prometemos besar
pacientemente
el borde de los párpados la boca
del estómago
los ojos haciadentro

no más para hermosearte el maquillaje
no más para vestirte

y presentarte al filo de la acera como recién cortado
–margarita del Transvaal–
recién sangre goteando de los labios

Nieve Blanca te dirán
nieve podrida
cuando quieran tomarte de los hombros
–oh frutos redondeados–
llevarte en andas hasta esos lechos sarmentosos
el corral
sitios que hieden:
carne colgada y grasa rancia por los pisos

hacerte búcaro
y atormentar tus carnes de vidrio
en cortas mesas con polea:
fábrica estúpida de cortar siempre entre las piernas
para regar los clítoris
–o anos en su defecto
los prepucios–
pretenderlos florecer

esta cuadrilla está dispuesta a comprender
otrora fue atizada en aquellos asadores
bañada en esos fangos tropelosos:
altanoche-bajamar.

II
Hombre narciso
hombre moderno en absoluto
lleva nuestros ganchillos a la arena
ponle estos diques al freón
y engañadoras sobre el hueco
del ombligo
luce nuestras sonrisas de placer por los salones
por esos bares donde heridas de botella
–allí en las medias enfundadas–
hacen correr ríos de vino

donde nadas y te ahogas
estertores de tísico te vemos
escupir ROJA LA BOCA:
nieve rouge te dirán
nievescaldada

hipas de tanto semen sobre el pubis rasurado
el Falo entre las piernas como daga para el juicio
–as escondido–
(y es la efe ah porfiada magdalena
la efe de follaje y de follar
de felación)

ven a nosotros
ah Príncipe Taberna
oh luna escamoteada y de latón
lima tus bordes
no te hieras al doblarse esas pestañas de metal

ehah probemos ese traje
probemos ese traje
marinerita rata

enarbólate muñeca de papel
mujer con demasía
tú: hombre iluminado

hundamos las pestañas en tu carne
quiero que nieve muerta te maldigan
por llevarte a mi boca:
propia
pálida
fina
indeseada
y tomarte de una vez
–alguna vez–

nieve en el fondo del tonel te quedarás
escupitajo nieve
muerta de envidia moriré:
liquen la lengua
mohoso el pelo
verde el ano
arrojándote estaré bajo la helada:
la popa enjuta y envidiosa expuesta al frío
abotargándose
                
             al silbo
                       
                       del invierno.



Langustia

Textos textos textos
tejeduras
lanzaderas
te (a)saltan sus gritos sobre la cabeza
te brotan de ella como pétalos
y de pronto: tienes toda la testa coronada
espinada de palabras

no es saludable (pare)ser un girasol
–dios no amanece
y húrtante el sitio de mirar
camino
desolado–
no es saludable la cabeza laureada
se deshoja después
como rama segada desde el invernadero
y los cristales que habían crecido en ella
quiébranse callados
apáganse: de velas
chisporrotean hacia dentro oh llama
demasiado arrimada al ventanal
abrupto
abierto

dejarse crecer la cabeza hacia dentro
–anahidrópica–
cierra todas las bocas que te hablan al oído
las venas muerdan(te)
huye de las compuertas los poros el encaje
cuida retrato de ti

si continuas dejando que te bailen
esos textos textos sobre la cabeza
que no te acabas de cortar
de hacer una sangría para extraer lo otro
si dejas se te prendan
ataduras al cuello
hilos que te indican pasadizos afuera (out of out of)
carne haciafuera de ti
si dejas que se aten cada uno a tu mano al pie
la mejilla (ofrecida):
repicarás en cien pedazos disgregado
–carnero
partícipe–
ojos colgando carafuera

es lasfixia lo que debes construir
hacia ti has de inclinar tu frente tuya
desdoblarte hacia ese espejo que has dejado empañar
enlutado (harto de barro)
la boca abierta la mirada
como lapa al cristal
–observante del otro–

ta(r)jas ta(r)jas ta(r)jas
taxidermia de ti
sembrarse un sitio y zambúllete en tu boca :
gargantabajo para siempre.

no quiero ver(te) burbujas
barbotear borbotear desde tu labio
desesperado hálito
nostálgico del otro
palabras sueltas que pretendan (ll)amar
–aludan–
referente
reflejo

respiradentro
tala tala tala
ten el pulcro civismo de presentar al aire:
una cabeza (por fin) descoronada.




De Primaveras cortadas


Ifigenia/Polixena/Casandra

No esperes comprender la poda
ni añores
que la raíz te atraviese vertical como un tentáculo,
te penetre viole(n)ta.
Túmbate.
Piensa en el sexo de las mutiladas y las brujas las débiles las retrasadas las caídas                                         piensa en las ciegas las locas las mudas las lisiadas las cojas las tullidas
las lerdas y las lelas
las enanas
piensa en el sexo de las tardas
que no llega nunca.  




(1936-1972)
GRAND PRISMATIC SPRING
sobre la enorme primavera del lago en el parque de la piedra amarilla
esteras de bacterias    entretejen la gran balsa azul de Flora
–estéril por la fiebre de un fondo de alta profundidad
pero tan maravillosamente multicolor a los lados
que las parejas desandan por los senderos
de madera apuñalados en el aire
sobre cuatro patíbulos.

Salta
del géiser
(un box spring)
el bosque virgen que no quisiste abrir
aunque espumaba a rabiar  –como un alkazelzer en un vaso–
y ella quería contarte lo que acontece antes y después de la muerte (de la noche).

La sirena del fango cuya belleza sobrenada en un manto de invertebrados acuáticos
(gusanos   caracoles     cangrejos libélulas…         pulsos de mujer)
no reina abajo;        deja tu inmensa balsa quieta.

La primavera
es todavía balbuceante
pero el verano aquí   rompe en humores ácidos (rojo lima)
y el invierno la arropará en un verde fronda       verde capullo destripado:  
su huevo en ninfa larva pupa   y sola tú podrás al fondo refulgente de la charca
dentro del lago cruel: bocas pintadas de polichinelas   con hilos de oro  como la cara  
de la princesa Wan Dou sobre una de las jade(antes)                                       2.600 teselas.

Te dejaré que lleves   sanguinolento el sexo bajo un abrigo blanco                   de plumón
y la mano enjoyada con alguna otra mano de mujer cortada  (quizás Norma J. Baker:
con los dientes blanqueados puntualmente en seconal)
que se te ajuste suave en la muñeca.

Rema y calla rema y calla chupa y rema
entre los ojos de buey del camaleón   veo un campo de algas trepadoras
de pulpos color vino y cabezas con pañuelos    que llenan de grafitis la lengua de tu voz
alzo esta cas/ja de música hasta la concha de tu oreja
escucha,           son Les Quartiers de París:      
una espiral de alcantarillas circulares
donde flotar en la stultifera navis.

La piedra de la locura, la piedra lunar, la piedra angular,
la piedra
filosofal
se puede extraer por la nariz y embalsamarte rápido
o puedes dejarte podrir emparedada en tu propio cuerpo
de junco de molino de trigo   de mancuerna de espigas    del arroz.

Del lodo
una capa infame
con incrustaciones de gusanos
medallones de almejas   crujiente frufrú de cuerpos de libélula:  
serás de hierro entonces     un hierro al rojo vivo
que cunda entre los muslos cuando elijas
(ser Blanca Buda)

hasta que entre el invierno:
y seas de un verde ojos dormidos
un verde rabia de mujer y un verde
uñas de Sally Bowles
que en medio
de la nieve
calado
se atraviesa vertical: un árbol en vez de bulbo/a en flor.

Sobre el agua
del deshielo se podrán
rearmar para ti todas las muertes
caleidoscopio   con los iris   arrancados
en Yellowstone, THE GRAND PRISMATIC SPRING.

En corredores
púrpuras
y malvas:
soberbia
pudriendo lento
–como crece una alfombra
tejida a mano–
espinarás primero suave
y el oasis
irrumpirá violentamente por abril:
huertos de lilas
todas las lilas
vivas y muertas 
a deshojar
en mayo.
Serás podada rigurosamente
prýgai, visná
(salta, salta, primavera)

acorralando

el jardín raja en ti.




De Anémona


Un cuerpo propio

Surfeando en internet/ rumbo a mi blog
con ganas de exhibirme y de exhibir
mi fitness
hago el calentamiento/ abriendo windows
donde alternan feministas con starlets:
Linda Lovelace/ Belladona/ Moana Pozzi
Océane/ Katja/ Tabatha Cash
y otras morenas de la vieja guardia
jugando al Hot d´or
tomando el té a través de las persianas
con Marilyn Chambers y Annie Sprinkle
de-gabán-abierto
diestra en sus malabares/ con los adminículos
de toda buena sesión
de hidromasajes.

Previo a los días de examen
¡qué prisión concentrarse!
Así que sentadita/ como la anguila eléctrica
me doy electroshocks con fragmentos de porno
y envío twitters a mis fans
con el telégrafo del barrio:
«Estoy solita en cas/ma
muerta de abulia estoy/ detrás de la puerta verde».

He aquí mis remos/ mi dedal/ mis herramientas
en la estación de bombeo/ mis hermanas de tránsito:
a nado las pedí prestadas.
Si yerro y me embarazo/ en las pruebas de campo
también sacan sus fórceps
y sirven de parteras
ungiéndome a la vez/ con su jalapa fría
para que el grumo escape comodito.

Desde 1963/ con la medalla del anticonceptivo
desde 1971/ cuando firmé con las 343 guarras
para sacar a la calle (con sus gafas de lujo)
mi abortico doméstico
yo me siento liberada/ yo me siento ciudadana
yo me paro de noche en las guaguas vacías
para darle el asiento al conductor.




Palpo/antena/tentaculario

Callada escruto en mí la música tranquila
que sobreviene al caos
al pataleo de los dedos succionados
por el rosa sediento.

En la humedad qué paz hallar
en lo sombrío en la tardanza en la víspera
del ciempiés de palpos
que abandona temblando el baptisterio
qué sequedad a que agarrarse qué oquedades
en que embutir la ventosa:
un (a)brazo que afinque para hociquear arriba
cuerpo por hombros apenas
mano callosa en columnata
y los muñones de las piernas
arribabajo
y atrás y alante columpiados sin brida.

Si no doy pie si no hallo a tientas el interruptor
el asidero: cuenco o co(r)no abierto a la lamida
si no amordazo las cabañas de la noche
o entierro dedos en el pelo…
no suelto prenda
no regurgito el salto.

Raspando con cuchara
el dienteperro
las yemas metidas en un agua de rosas
manos entrando al manadero
duro siglos

mas
cuando se recogen
los aperos del día
no quedo quieta en mí:

temiendo al daño
la lengua repta en las paredes del cerebro
buscando un dardo y una cerrazón
la escarbadura
el escondite en el otro
que agrieta el pecho
del que explora.

En esta gruta estuve ya
saqué los dedos encendidos
de la avispa del agua
y rosa flameaba el centro
y rosa flameaban las yemas
que se escondían de cabeza
en el manadero de tales.

Hay una lengua de deseo
que me trago cuando vienen los golpes
de la espuma
y el cuerpo cripta se levanta
como una araña una culebra
emasculada con un palo
un avispero de tierra.

Para verme callar para verme caer
han bajado los puentes giratorios.

Palpo-ícaro-antena
me estiro otra noche
buscándome las puntas de los pies
el centro de la espalda sin lavar
la ye(r)ma blanda del cráneo.

¿Se calmará el anemonario
atizado
por la aurora de casquivanos dedos
o habrá que sombrear las puntas
y estirar la palma
como Lady Lazarus
cortándolos caer?

Yo solo digo
por cada palpo
un tentáculo.




De Del corazón de la col y otras mentiras


Ovación

Entro en el submundo de los veedores del fútbol
como en las arcas del Infierno –por supuesto–
hay risas gritos humo de cerveza
y ese olor tan característico…
hay torneos:
los veedores se piden las cabezas
se amenaza con violar al cabecilla
o a la novia del cabecilla
de cada bando contrario.

Tiemblo
me pregunto quién será el cabecilla de nuestro bando
sé que a esta hora
ningún striptease los sacará de quicio
los meterá en cintura
con el ojo en el gol

pero también sé que si perdiéramos
si fueras tú el cabecilla
olvidado de ti
me violarán 1-2-3 mil vencedores
no mirando mi carne
sino la portería.

Maldito cuerpo de mujer
con esta forma de falsa valla
red encubierta
que no tiene el valor de la penetración en público.

A fin de cuentas
qué es un gol sino una violación
cien mil veces aclamada
–bajo el cielo–
en la garganta abierta del estadio.




Huerto

El útero
–con toda su carga simbólica–
pinzado
por patas agrulladas
de tijera:
incomparable con un brazo
con un pellizco en un brazo
incluso incomparable con la boca
una mordida en la boca.
El útero
abierto a recibir la sombrilla-medusa
el paraván tentacular
como la espina dorsal de algún pez frío.

Para qué abre una mujer las piernas
frente a la lengua dura del espéculo
y hace poner ahí una cortina de hierro.
Acompañada por la música del amolador de cuchillos
la mujer afila la filigrana de su locura
sexar sexar sexar
cerrar abrir serrar
el pasadizo de la respiración
tensar los límites del gozo
llegar al borde negro.
La madre extraída de la puta
con la extirpación del huerto
la mujer-la ye(r)ma 
abierta-diluida
a recibir sin peligro la babaza
como un hoyo en la arena.

Por la tarde –en la tarde desmayada–
cuando el útero va regresando a su matriz
como un cesto tejido de moluscos
aun sabiendo que no puede ejercitar los miembros
la mujer se abre provocando a entrar.

Qué desacompasado el pulso del amante
cuando penetra y cede
la seda roja del himen.
Qué despreocupado ahora
–el cuello torcido del útero
sellada la boca fría–
seguro
de que no habrá brazos que lo jalen.

Cuando la lengua de la medusa empieza
su cosquilleo indefenso
el amante todavía sonríe con la cabeza erguida
y pega dentro –amordazando–
con el pez martillo/ con el pez serrucho/ con la mano abierta.

¿A las puertas del huerto
quién se atreve a llamar
con ese golpeteo sordo?
Tanteando
                 sonrojada
           alrededor del bálano brilloso
                                        –como el hígado crudo
                                                       como el hígado rojo–
                                      retrayéndose
como una anémona asustada
la sombrilla
acompasada
clava y enseña las varillas
lame
y desangra
se apoltrona
y muerde.




De «País de la siguaraya»


Prāṇāyāma

Venir a tu casa por el camino del agua, queriendo a toda costa respirar.
El cuerpo sometido, la lengua, el ojo sumisos… de detallista. Garganta enrojecida con polvo de pizarra. Temblor/temor al costurón de tinta, a la balanza menguante de la brújula. La vida siempre en otra parte y el deseo sin fondo de una mesa de lectura en lo sombrío por trabajo: donde ritmar las páginas con las yemas batidas, con la boca en O, con la lengüitafuera. Vivir cent(r)ada, sembrada como un frijol en un pomo: encaminada en tales y mascuales.
La nuca rota: enjugándome/enjuagándome, exprimida en la yugada. Resguardada/a-guardada mientras el palo va y viene, aguantar mientras el palo de mesana; escarranchada, con todo, aferrarse al palo de agua (un sonido de semillas que sube/un quejido de llovizna que baja). Girar en mástil del molino. Abandonarse al vendaval que hacia delante (como una bandera llevada contra viento… y marea/o), sin vomitar relamida de (re)gusto, sin bajar las escaleras deslizada en baranda, sin tomar (a)qué(l) t(r)e(n) de/al fin del mundo, aunque sea mecida en el columpio del parque de la esquina/aunque sea en la fronda en la poceta clareando de la parra del patio. Donde cunden las piedras. Y la mano entra engañada a su d/color/torpor/sopor.
Ir a tu casa por el camino del agua, (re)aprendiendo a respirar. Boqueo. November Charlie. Descenso, depresión y remontada… de la carpa del pecho. Ojo saltón, pez volador, corazón amainado… Cuerporgullo ama(n)sándose, con la pierna arremangada hasta el muñón (posición de felino, camisón de feto), sacando piedra de garganta: gripe-rabia cogida en la humedad, que no deja que sangre a las mejillas, que no tiñe arrebol. Nenúfar con la raíz apretada largo tiempo en el fango, estírate.
Ay, el cuerpo suelto de leer sin levantar el lápiz, sin tropezar con nadie, cruzando calles de la provincia vaciada, cruzando el Reparto Playa, atravesando establos de hojarasca, yendo hacia el puente de saltar de cabeza de El Cristino, más allá de los yaquis.
Dónde brillo del sol sobre las aguas, rostro fresco lechuga sin vinagre, columna vertebral espiga, alta alta por el vientre de la costa. Y oreja pegada al viento entre los pinos, y rodilla desatenta que se rasga, moretón en el muslo. A veces voy como un tonel de proa a popa. Demasiadas, se me pierde la vista en estribor. Pero yo cruzo entre la cerca y el asfalto cuando empino. Y me resisto sin (c)rujido, aguanto mucho (con) la cabeza bajo el agua, y suelto lastre, y nado arrecife adentro, incluso adonde el estómago se me tuerce del asco, cuando a la mar me voy.
Casa rodante, saltimbanqui: la sed colgando de una mano y la cantimplora en la otra. Piano sin arpa, pulsa/rechina/empoza con tu goteo anhelante. Vengan conmigo entrando al agua al dienteperro a la entrepierna aquellos dedos pegajosos que en el verano escolar.
Me doy risa cuando me veo venir sab/via (recostada en las losetas, empujando solamente un diafragma mientras aprieto fuerte el otro, creyendo que respiro, creyendo el desapego de mis ramas de coral, todavía envidiosa/fascinada del pedaleo inconstante de la ola).
Ya voy/ ya vengo por el camino del agua… La nariz respingada, la sonrisa de pato que no moja sus plumas, fardo que flota aunque podría volar. Por un segundo (me) creo en mi fortaleza. Entro en la temporada/el ciclo/el rito de la cabeza contra el pecho, del abrazo en la noche para poder dormir. ¿Y si se abriera la caz/sa?
Como sea, marinera incauta, capitán tormenta/la cabeza adicta al curso de los rápidos, le acepto su pieza al bandoneón. El cuerpo erguido, pensando que ya sabe respirar bajo el agua, se descalza. Sin esnórquel, sin remos… imagino el después del tintineo. Y empuño en tu puerta el llamador…
 



Ánimas-Mayabeque

Campos como tarjetas de metro roturadas.
Ella delante, haciendo preguntas al chofer. Que si árboles de vaina seca y árboles de copa enrojecida por el verano candente. Que si diques tapizados de musgo y sábanas de coníferas y garzas camino al Almendares –heladas con las patas en el fango. Que si comer papa rellena le desolló los pies.
Un viaje que no debería empujarme a otro. Aunque haga por evocar aquella última excursión Holguín-Báguanos-Holguín, sobre mi bicicleta rojo-China. Loma de El Manguito, con el batey cantando acuclillado en el valle; Loma (engañosa) de Rejondones, donde los carros bajan al subir… Y partiendo el espejismo, la carretera como una guardarraya. Paisajes, neblinas, de naturaleza nunca intercambiable.
Mas las llanuras me traen girones de versos, gorriones de conversación. El espacio de intimidad creado por dos bolsitas de té. El frescor de la menta crecida entre ruinas, cubriéndolo todo, como el guano del amor sobre las islas. Festón y hojeo. Oleaje y pasto. Sistemas de regadío y descampado.
Agrimensuras: desde el carro adivino el centelleo de las cadenas de Gunter, extendidas y arrastradas por hombres que intentan (re)conocer el terreno, plantar linderos, sembrar cotas geodésicas de nivelación. Detrás van los compases abiertos como piernas de tijera, y otros hombres que cargan el catastro, envuelto en pieles, donde de vez en cuando alguien se detiene a anotar. Agricultura de pelos y señales, carreritas de mojones, urocultivo del orden. Nuevamente reformas y proformas, de puntillas, de putillas… sobre la suiza de la Ley. Festín de tierras en la isla de corcho. Es la hora de los organopónicos –ya lo dijo Voltaire–. Cultiva el esplendor de tus tomates, y el rosal de tus puercos… asomado al balcón.
La rueca del sol es opacada por las hojas. Pasa el campo como un tejido epitelial, que se va desasiendo al ser arado. Volutas, serpentinas. Muerte folicular (des)programada. Ambigua como las muescas de una tijera de pelar, la apoptosis: mala por defecto y por exceso (dedos de cangrejitos avivados de Parkinson, en las colonias de herpes; t/humores como la(r)va(s), cubriendo la caliza… hasta hundirse en frondosos carcinomas; en el bosque, el gruñido del lupus, y olvidos inocentes, que rehílan la historia otravez y otravez: miel en la cesta, agujas de pino sobre el disco rayado de la noche).
Homeostasis (quema y extensión del marabú), necrosis (demolición de la molienda), fagocitosis (las chimeneas del turismo rompiendo en abruptos rascacielos), apoptosis… Me detengo en esas cuatro sílabas; me impresiona el suicidio celular, dulcísimo, en la voz (de níspero) de mi madre:

Cuando una célula muere por apoptosis, empaqueta su contenido citoplasmático, evitando la respuesta inflamatoria característica de la muerte accidental. En lugar de hincharse y reventar –derramando su contenido enzimático–, las células en apoptosis se encogen y a veces se fragmentan, conformando vesículas. Así, pueden ser utilizadas por macrófagos o células de tejidos vecinos.

Pa(r)ís de la siguaraya. Quietecita en tu raíz, dando rueda por tu vientre, envuelta en periódicos (Victoria, Ahora, Tribuna, Trabajadores, Vanguardia…), recorriendo tus campos promisorios, me desvelo todavía, esperando ser talada. Si me quedo al fin dormida, si me dejo engullir, dime (en) qué floreceré. ¿Alcohol de madera, raspadura, panqué, gordos de leche, hojas de papel manufacturado, estantes pequeñitos de bagazo?




Jamila Medina Ríos (Holguín, 1981) en poesía: Huecos de araña (Premio David 2008; Unión, La Habana, 2009), Primaveras cortadas (Proyecto Literal, México D.F., 2012), Del corazón de la col y otras mentiras (Colección Sur editores, La Habana, 2013), Anémona (Sed de Belleza, Santa Clara, 2013). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (Malpaís Ediciones, México D.F., 2011). Jamila M. Ríos en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier 2012; Letras Cubanas, La Habana, 2012). Escritura entre lo púbico y lo público, lo aéreo y lo húmedo, lo vegetal y el hormigón armado. Tensionar de cuerpo y lenguaje. Fascinación por cualquier tipo de engendro giratorio (columpios, tranvías, tiovivos, bicicletas, papalotes, botecitos de remo). Filóloga y editora. Un piercing en la ceja y un armadillo en el antebrazo.

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