miércoles, 16 de agosto de 2017

La caza del carnero salvaje - Murakami



Y sí que es divertida La caza del carnero salvaje, de Murakami. Cuando leí algunas referencias sobre su alto grado de sentido del humor quedé un tanto intrigado, ya que algo de eso adelantaba 1Q84, solo que adobado con la tétrica aparición de the little people. Pues bien, esos personajes imprevistos se encarnan aquí en el hombre fantasmal disfrazado de carnero, un personaje que, desde que leí su aparición, me dejó cierto escalofrío.

Me ha gustado mucho el personaje de Sardina (el gato viejo ya en sus últimas) y las conversaciones con el Secretario, donde alcanza, precisamente, sus cotas más altas de sentido del humor. Solo quisiera resaltar aquí algo más, respecto a las imprevistas imágenes o metáforas usadas por Murakami, que en esta novela parece haberse dado todas las libertades posibles, mismas que le han resultado bombas de profundidad que detienen y consolidan la narrativa de la historia, recordándonos a los lectores lo del giro poético como revitalizador o válvula que toda gran novela va dispersando a lo largo de las páginas. Aquí una pequeña selección de esas curvas cerradas donde el cinturón de seguridad de nuestra lectura ortodoxa se rasga y, nos devuelve al reino absoluto donde Murakami ya puede decir lo que le plazca sin perder la ruta:

- "Con una amplia sonrisa en la cara, me mostró la etiqueta del vino como si me estuviera enseñando la fotografía de su único hijo..."

-"Me crié en una ciudad normal y corriente y fui a un colegio normal y corriente. De pequeño era un niño callado, y cuando crecí, me convertí en un niño aburrido. Conocí a una niña normal y corriente y viví un primer amor normal y corriente..."

-"Hay sueños simbólicos y realidades simbolizadas por ese tipo de sueños. O hay realidades simbólicas y sueños simbolizados por esas realidades. El símbolo es, por así decirlo, el alcalde honorario del universo tubifex. En ese universo no hay nada de raro que una vaca lecheras pida unas tenazas. Un buen día la vaca acabará encontrando sus tenazas. Ese es un problema que a mí no me atañe..."

-"Un sinfín de cigarras chirriaban agarradas a los troncos de los cipreses, como si el mundo hubiera empezado a rodar hacia su fin."

-''Era un edificio, ¿cómo decirlo?, espantosamente solitario. Pongamos, por ejemplo, que hay un concepto. y que tiene, cómo no, una pequeña excepción. Pero a medida que pasa el tiempo, esa excepción se expande como una mancha y, al final, acaba transformándose en otro concepto distinto. Y de ella nace otra pequeña excepción; así era, en pocas palabras, el edificio. También parecía una criatura vetusta que había evolucionado a ciegas, sin saber cuál era su destino."

-"Despedía la misma clase de tristeza que un asno al que se le hubiera dejado a izquierda y derecha la misma cantidad de forraje y, por no decidirse por cuál empezar a comer, estuviese agonizando por inanición."

- "Por mucho que el tren acelerase, era imposible escapar de aquel tedio. De hecho, cuanto más rápido iba, más nos adentrábamos en el tedio. En eso consiste precisamente el tedio."

- "El mundo: esa palabra siempre me evocaba un disco gigante sostenido con brío por un elefante y una tortuga. El elefante no comprendía la función de la tortuga, la tortuga no comprendía la función del elefante y ninguno de los dos comprendía esa cosa llamada mundo."

-"La gente comienza a envejecer por una zona pequeña, realmente pequeña. Y poco a poco esa zona se va extendiendo por todo el cuerpo, como una mancha indeleble."

-"Hablar con sinceridad y decir la verdad son, sin embargo, cuestiones distintas. La relación entre sinceridad y verdad se parece a la de la proa y el timón de una embarcación. Primero surge la sinceridad, y luego, la verdad. Ese lapsus temporal está en proporción directa al tamaño de la embarcación. Es difícil que surja la verdad de cosas inmensas. A veces aparece por fin cuando nuestra vida ya se ha terminado. Así que, en caso de que yo no te revelara la verdad, no sería culpa mía ni tuya."

-"Intenté imaginarme la pradera que había dentro de la cabeza del maestro. La vasta pradera de hierba marchita de la que el carnero había huido."

- ''El hombre me miró sin decir nada. Cuando me miraba así, me sentía como una piscina vacía."

-''Con los ojos cerrados, oía cómo centenares de enanos barrían dentro de mi cabeza. Barrían y barrían sin parar. A ninguno se le había ocurrido utilizar un recogedor."

-"El cielo estaba espantosamente despejado. Recordaba a una escena de una película expresionista de preguerra. A lo lejos se veía volar un helicóptero, tan diminuto que resultaba artificial. Aquel cielo sin nubes era como un ojo gigante al que le hubieran cortado el párpado."

-''Al otro lado del ventanal, los Boeing 747 y los TriStar despegaban y aterrizaban con una solemnidad que evocaba cierta clase de hado."

-"Dos sierras que apuntaban en distinta dirección convergieron al pie de la ciudad y la envolvieron como dos manos protegiendo del viento la llama de una cerilla."

-''Parecía una criatura enorme que hubiese envejecido sin lograr expresar sus sentimientos. No es que no supiera cómo expresarse, sino que no sabía qué expresar."

-''Tenía el cuerpo áspero como papel de pésima calidad."

-"La oscuridad se me coló en los oídos como si fuera aceite. Alguien intentaba partir la Tierra congelada con un martillo gigante."


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