lunes, 31 de octubre de 2016

Los Maharajás y las 21 salvas

Muchas formas tuvo el poder colonial clásico y más sutiles formas el neo colonialismo actual. Incubar élites como primer paso y luego sostenerlas en privilegios descomunales con el fin de crear la simbología nacional en base al deslumbramiento. Al paso de los siglos, el neo colonialismo traslada -de manera masiva, invasiva- el deslumbramiento hacia la mass media sin descuidar la mimada tutela a las élites, las mismas que busca imitar la muchedumbre expoliada y que, en un juego de espejos, se asimila a ella a través de la imitación de poses, exuberancia mímica y creación del auto-estrellato en las redes sociales.

La India del Raj británico* es un ejemplo perfecto para entender la matriz de los actuales poderes neo coloniales. Primero llegó la Compañía Británica de las Indias Orientales (su forma comercial y los enclaves a lo largo de la costa del sub continente Indio) con sus alucinantes contratos y sus simultáneos ataques militares dirigidos a aquellos maharajás** y población que pretendían oponer resistencia. Una vez aplacada la oposición, a sangre, fuego y prebendas, los maharajás eran encerrados en gotas de ámbar reconocidas como reinos autónomos pero sin ningún poder político respecto al incierto -o en ciernes- territorio nacional.

Maharajá de Kapurthala, Jagatjit  Singh Bahadur (1877-1949)


"Despojados por los británicos de casi todo poder efectivo, los maharajás sentían la necesidad de demostrar su estatus mediante gestos de ostentación, por ejemplo, luciendo profusión de joyas en los actos públicos... Sólo los maharajás disfrutaban de jurisdicción plena dentro de sus Estados, aunque eso no significaba que fueran independientes, pues era el gobierno británico el encargado de mantener el ejército y las relaciones con los países vecinos" (Jordi Canal Soler)
Sir Rajendra Singh, Maharajá de Patiala


Se llegó incluso a clasificar los Estados o Reinos vasallos mediante una adulación extraordinaria denominada Salute States, "Estado con derecho a salvas", que no era otra cosa más que el saludo con 21 salvas de cañón cuando un maharajá realizaba visita oficial o el agregado de descargas de fusilería, eso, claro está, si el maharajá de turno se había mostrado más agradecido de lo habitual con el Raj Británico. Sin poder político alguno pero con el reconocimiento alienado de la población, los maharajás se entregaron al más impresionante derroche y a los más inimaginables excesos, construyendo los palacios que hoy son infaltables de toda postal de la India y manteniendo a la población a raya a través de un orgullo deformado, hecho realidad por medio del folclor y el sistema de castas religioso. Los mismos británicos llegaron a escandalizarse de todo el desenfreno de oro y piedras preciosas, cacerías que casi acaban con el tigre de Bengala, y palacios que no cabían en la imaginación occidental.

Todo esto acabó en 1947, con la llegada de la independencia. Ergo, hablo de estas élites tuteladas. Las mismas se transformaron, por fuerza de la necesidad, en empresarios modernos que en la mayoría de los casos, convirtieron sus maravillosos palacios en hoteles de lujo o que dieron en alquiler al gobierno indio, un gobierno que hoy ostenta su joya de la corona: el arma nuclear, brillante amenaza que saca a pasear de vez en cuando en  sus paradas militares.

F.E.


*Se le denominó Raj Británico al gobierno colonial que Gran Bretaña impuso en la India a partir de 1858, luego de aniquilar el Gran Motín Indio.

**El Maharajá (Gran Rey, en sánscrito). También suele llamársele así, con cariñoso respeto, a mendigos sianniasis , refiriéndose a su poder espiritual.

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