viernes, 13 de noviembre de 2015

Noé Lima, El Salvador - Erosión

Foto: Fabricio Estrada.

Desacralizar los cristales de la poesía, mover la sintaxis hacia las calles donde, contra las paredes, rompe el verso en su ola oscura. Tantos años lleva Noé en su periplo que su valiosa carga ya domina el arca entera: un motín permanente de palabras fieras, un apareo constante que multiplica nuevas formas en su personalísimo lenguaje. Pienso en su oficio como él piensa en Roque. Pienso que su arriesgada confrontación con la academia le ha dado un ritmo imbatible, que no tranza, que puede estar haciéndose frente a nuestras propias narices cuando hablamos o cuando el lenguaje que nos rodea -en los sonidos de los disparos, en las botellas que se rompen en los cráneos, en la crepitación de los cuerpos desnudos- se vuelve textual sin ningún aviso. Ese lenguaje de "escombros" que le citaban a Panero, los residuos psíquicos que no impiden amar aun y cuando todo se ha ido al carajo, como en una balada de rock duro sonando en la madrugada, esa conformación del signo en su caos natural, ese desprecio por las construcciones sublimes que ve en los abrazos delicados los muñones del mutuo destace amoroso, eso es lo que siempre he sentido en Noé Lima, desde que el viaje nos puso en camino y coincidiendo en las fronteras, dentro de los autobuses que sin saberlo ha contratado la poesía para llevarnos.
Esta es una de las voces más incómodas de Centroamérica, una de las más auto afirmadas en su búsqueda estética. Toda la vibración de su ser está en sus poemas y no podremos encontrar a un Noé diferente a lo que ya está escrito y deriva en ellos. La paloma que regresa de tierra firme siempre trae en sus poemarios una delgada navaja en lugar de olivos.
Los siguientes textos forman parte de su poemario Erosión:


Poema de amor III

Mujer
tus ojos tienen el tamaño de los peces muertos
tu herencia de tintero dentado
a la hora de escribir sobre tu piel ahogada

estás muerta

tus pies tienen el peso del barro
esa hilera de penumbra cuando caminas

estás muerta desde aquel poema
con muñones de cristal
rodando por el laberinto carnoso de tu voz

lo estás cuando cierras tus pestañas
de escama tibia
al derribar mi nombre con tus gestos

lo estás desde el día
en que te volviste una con mi carne.


Erosión I.

De las mejillas descienden nuestras heridas
nótalo
cada marca es un espejismo.


El aspirador.

La asfixio terapia le llaman

Consiste
en apretar el cinturón sobre el cuello
esa delgada navaja de la muerte
cortando el aire de algún cisne
como cuando te torturan con una bolsa
llena de polvo en tu interior
cubriéndote la cabeza

las palabras
apenas digitan la condensación
en el plástico para hablarle a la muerte

las hace flexibles

como a unas piernas
al momento del coito
entornando las islas sueltas
de los muros con la mirada perdida

nunca he aprendido a sujetar bien
esos sueños descalzos
de mi amante
la primera vez mis manos eran pañuelos
mordidos por este sudor necio
que me acompaña cuando me exalto

la asfixio aspiradora de ángeles
desembocando la distancia
entre dos puntos
la vida
y la tierra

siempre que la uses
resbala como un pez
afuera del espejo que te sonríe
no vaya a ser que la espesura del agua
deje de tensar ese tatuaje
que olvidaste acabar
antes de matarte.


Roque Dalton.

Este día
antes de dormirme pensaba en él
en Roque

pensaba en cómo pudo ver la muerte
el peso de la bala en forma de lágrima
tatuada en la pared

es imposible
-lo juro-
domar las ojeras de las velas
al leer sus poemas
cuando se está solo
y la tinta se traga el latido del café

no dejo de pensar en la bala que lo mató
una bala con erecciones
una bala muerta de tedio a la hora de cegar
la mirada
pesada como un aullido

todo el día pasé pensando
lo que pudo escribir
en ese poema tullido por el frío
por el hueco eterno en el estómago
-miedo le llaman algunos-
otros le llamarán silencio
como cuando la mirada cae dispersa
sobre la noche
como rocío flácido
en los senos de la mujer amada
cuando vas a penetrarla por primera vez

antes de acostarme
he pensado más en su poesía
y en lo mucho que mis amigos quieren volver a matarlo
como un parpadeo en la neblina
pegada sobre los muros
que llega y se evapora

es difícil no pensar en él
cuando en el barrio escucho un balazo.


Poema de amor IV.

Tus ojos son dos ampollas de morfina

me invitan a dormir
a perderme en esa bandada de aves negras
en que se convierten tus pestañas

son mis somníferos de lujo
los que abrazan mi cadáver
que ronca violines volantes

tus ojos son bebibles
el arcano lacrimógeno del agua
para usarse en una manifestación

son agitadores
perversos
voltaicos
cuando deciden abrirse
para que vea la luz en tu cuerpo desnudo
convertido en tintero
para limpiar las llagas solares de mis dedos
con tus tatuajes

tus ojos pueden drogarme
hasta la muerte.


Indicio.

La medida de tu cuerpo
Cabe en los poros del papel
Te preguntas
Tocándote el ombligo
Desatando toda la arena de los mares
Las axilas transparentes como una cárcel

La medida de tu cuerpo
Meditas
A la deriva de las palabras
En una pálida vena
La jodida vena de todos los poemas
Regados en la cama
Debajo de ella
Esparcidas en lo cotidiano
En el guardarropa
En los anticonceptivos
En el bolso
En los escaparates
Chorreados por la guillotinada azul
De los inviernos

La medida de tu cuerpo
Te preguntas
En la vegetal semilla de los parques
El oído dormido de algún astro
La ronca pupila que no duerme
En el oscuro pizarrón del silencio

Apenas duermas entenderás
Que siempre fue la extensión de algún poema
Que no terminaste de escribir.


Un hijo de puta especial.

Una página en blanco es un tigre
te dices cuando la tormenta se asoma
viéndote de reojo en el esqueleto tibio de la ventana
mientras escribes sobre el odio
en tus retinas

te tomas el pulso
ingrávido de tanto odiar a los demás

odiás el periódico con sus clasificados
de putas baratas en la colonia Escalón
la muerte del chico  con síndrome de Down
asesinado por los pandilleros

odiaban su sonrisa de cuchara brillante

odiás
y sos un hombre que ama los niños
que se comen las uñas en cada frontera
como la espuma de los mares
que viste al insomnio
a la hora de beber la ira desde el poro del papel
convertido en tren
calle
latido
a la hora de esconderte de una balacera

el odio es una vértebra antiséptica
distinta cada día

sos un hijo de puta especial

las mujeres doblan sus párpados
como persianas viejas
a la hora de llamarte a cada rezo
en cada pedazo de muerte bajo la sábana
cuando bajas al péndulo de su vagina
para medirle el tamaño a todos los astros

un hijo de puta especial te llaman
y aun así
no aprendes a mudar de piel cada mañana.



 
sbozo biográfico

Noé Lima, nace el 21 de noviembre de 1971, en Ahuachapán, El Salvador. Sus inicios dentro de la poesía y las artes plásticas se dan a la temprana edad de 10 años. Incursiona por igual en la música rock. Tallerista. Ha publicado Erosión, Editorial x, Guatemala 2015, Un insecto empalado en tu seno, Proyecto editorial la chifurnia, San Salvador 2015, Efecto residual, Ediciones mundo bizarro/el barco ebrio, Guatemala 2004, TECPÁN lugar donde duerme la campana del amor (antología grupo literario Tecpán, Universidad Dr. José Matías Delgado), Ediciones Delgado, 2001. 

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