domingo, 20 de enero de 2013

Linconl Obama



El auténtico poder de los Estados Unidos reside en llevar a la práctica el gran despliegue de su memoria histórica. La fórmula podría ser la siguiente: "Cada paso que demos es trascendente porque nuestra historia se acumulará en ese paso y nos obligará a la trascendencia", y la fórmula, por supuesto, no es nada nueva ya que así lo hacían los griegos al consultar a las pitias de Delfos en cada paso político que daban.

El cine es un oráculo y si así es, el director es una pitia que interpreta o da respuestas llenas de misterio. Pero lo que importa es mostrar misterio, hacer coincidir el misterio con la realidad política. Spielberg es un comunicador puntual de ese misterio que necesita la política estadounidense para ser trascendente en la mentalidad de la época. Lo hizo con Saving private Ryan justo en los momentos de mayor necesidad de reconocimiento de las invasiones militares, que comenzaban a ascender en 1998 y que a la vez no encontraban total apoyo anímico de la población luego de la primera guerra del golfo, el bombardeo a Yugoslavia y la desastrosa misión de Somalia (Riddle Scott quizo honrar el desastre en Black Hawk Down para decirles a los reclutas que en todo hay riesgo boys!).

Nada mejor que Lincoln para apuntalar el segundo periodo de Obama y desmitificar las enormes aspiraciones en torno a su elección bajo la cual se creía que, dado su origen racial, cambiaría todo en los Estados Unidos, que la humanidad iniciaría una época de esplendor interracial. Pero en la película Spielberg se sirve -cautelosamente, por supuesto- de un representante Stevens (Tommy Lee Jones) que decide bajar el tono de la igualdad de los seres humanos a cambio de una  frase de convencimiento político a favor de la Treceava Enmienda, la misma que logra la ratificación del cese de la esclavitud: "Sólo creo en la igualdad de los hombres... ante la igualdad de la ley". Dicho en otras palabras, Stevens lucha durante 30 años diciendo que negros y blancos son iguales como humanos pero ante la presión política de los racistas y reaccionarios mejor acomodarse a la afirmación legal. ¿Formalismo legal Vs. Humanismo?.

Hay otro punto que trae a colación Spielberg: los reaccionarios y racistas de ese tiempo eran los Demócratas, y no los Republicanos, lo que cae muy bien a la ambigüedad de nuestro actual Obama. Claro, esa no es una interpretación de Spielberg, eso es historia, pero ¡qué bien que cae para refrescar la historia actual con Obama!

Cargo esta reseña hablando de política porque simplemente esta versión de Lincoln es absolutamente política. Sus diálogos son políticos, sus lobbies son políticos y hay que entender de política para seguir el hilo (Hedman: "Odio la esclavitud, pero los negros no están listos para emanciparse" Linconl: "¿Y usted está listo para la paz y sus cientos de peligros?"). Yo odio la esclavitud y entiendo que desde que nacemos nos emancipamos, pero lo que no sabía, siguiendo la lógica de la política y desconociendo a Clausewitz, es que hay que estar en guerra siempre... porque a pesar de los fagot y tubas con que Spielberg hace cerrar siempre los discursos cumbres, esa paz para las naciones prometida por un Lincoln asqueado de la guerra civil es ahora y de manera llana, una promesa ingenua debido a la interpretación que Obama, nada misterioso, le ha dado a la herencia por la cual ahora él mismo es un ser emancipado.

La foto de Janusz Kaminski sigue en su punto, Daniel Day Lewis sigue bien concentradito, el resplandor mágico de la iluminación desde las cortinas sigue presente en toda la obra de Spielberg, sí, pero el racismo sigue aquí, y ni mil enmiendas podrán extirparlo de la idea civilizatoria que manejan los Estados Unidos y Europa. This isThe End.




No hay comentarios: