lunes, 6 de febrero de 2012

Luis Alexis, tríptico a la rosa - Comayagua, HND





Creo que poco se entiende de poesía y del alma popular si no se puede reconocer que el entorno, el cosmos, el ser continúa siendo interpretado desde el instrumento estético del soneto. Las diversas corrientes literarias que han ido y venido aún no logran profundizarse en ciertas sensibilidades que mantienen el verso clásico como puntual razón de la belleza y no como un accidente del lenguaje (la rima) como se ha afirmado, accidente que demostró recursos inusitados y que comenzó a ser cada vez más elaborado. Esta afirmación se refiere a la belleza por sí misma que terminó siendo producto de la compulsión creativa en los siglos de conformación del lenguaje, del idioma.


Independiente a estos análisis filológicos, don Luis nos muestra este tríptico gracias a la colaboración del poeta Juan Carlos Zelaya, quien me lo ha hecho llegar. Su belleza es inevitable.


Especialista en Supervisión Escolar por la Escuela Superior del Profesorado, hoy Universidad Pedagógica Nacional "Francisco Morazán", Licenciado en Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras; Tercer Lugar , Juegos Florales de Santa Rosa de Copán 2011.
Actualmente reside en Comayagua desde hace varios años en donde labora como Secretario Municipal.



            
 SONETO POR LA ESPINA

 La espina rota en el umbral del frío,
envuelta en mansedumbre de paloma,
espada consumida en el aroma
pintado por la flor en el estío.

Tristeza y soledad.  Su punta asoma
clavada en el misterio del vacío
y encuentra en cada punto de rocío                         
su punto de partida y lo retoma.

Un triángulo imperfecto se resume                                                   en el tímido marco de la vela
henchida por el viento del perfume.

Aguja, flecha, lanza.  Cualquier cosa.
Su porte inconmovible me revela
que fue la centinela de una rosa. 
 (1998) 



Huida de la Rosa                 

Huyó la rosa urgida en su perfume

a un confín perdido en el silencio.

Se fue sin decir nada, y sentencio

que envuelve su dolor y se consume.

Se fue la rosa y ahora yo presencio
en la brecha sutil que se presume
entre aroma y color, que no se asume
disuelta en la tristeza que evidencio.

Huyó la flor, y el día no es el mismo:
Quedóse ensombrecida la mañana
y la tarde se muere en el espejo.

La noche se convierte en un abismo
dejando entrecerrada la ventana
a un pálido destello en el reflejo.

Recuerdo de la Rosa

Esparció los efluvios por la estancia
en circular visión desde el florero,
y el ala de su aliento pasajero
burló el límite azul de la distancia.

Colocó su misterio con esmero
desde el rojo impregnado de fragancia:
vino tinto, corola que lo escancia
como luz aromada de un lucero.

La curva de su aroma de algún modo,
entre la sensación y la frescura,
quiso encontrar lugar a su acomodo

dejando eternidad que se presume
envuelta en el caudal de la dulzura
del místico vaivén de su perfume.



Especialista en S

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