jueves, 20 de octubre de 2011

El museo de la inocencia, de Pamuk

Estambul se me ha vuelto recurrente gracias a Pamuk y su "espionaje" emocional a cada rincón de la vida social turca, desde los más elementales recuerdos hasta la mayor ficción que hunde sus raíces en la enorme riqueza cultural e histórica de la vieja ciudad.

Estoy inmerso, entonces, en el cotilleo más sublime, recolectando los objetos que Pamuk me va dejando tras de sí, como migas de pan para el Hanzel y Gretel de mi imaginación.

2 comentarios:

maithé dijo...

ya lo terminaste? te gustó? qué objeto te pareció más extraño que guardara Kemal?

Fabricio Estrada dijo...

En realidad me encantó el asunto de los museos que iba "coleccionando" luego de la muerte de su amor. Cada pequeña cosa que robaba del apartamento era en sí absurdo, pedazos de la realidad. Eso me gustó muchísimo: que la realidad esté cimentada en objetos tan inocuos que solo el amor hace trascender.