jueves, 12 de agosto de 2010

Antes de wikileaks estaban Tim Page y Dennis Hopper

Todas la fotos a continuación fueron tomadas por Tim Page













Tim Page, diciembre de 1966






Xavier Montanyá - La vanguardia.es

http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20100811/53979322291/de-tim-page-a-dennis-hopper-vietnam-saigon-europa-estados-unidos-asia-universitat-pompeu-fabra-assoc.html

EL FOTÓGRAFO EXTREMO: Si en la mitología de los 60 Vietnam es el infierno, Hopper y Page son las dos caras del diablo, o del ángel; Los dos habían vivido al límite, los dos habían elegido la fotografía como forma íntima de explicar la realidad

De Tim Page a Dennis Hopper

Tim Page estaba satisfecho de haber contribuido casi con su vida a mostrar el horror del conflicto: "Fue una guerra extraña", decía, "quizá la primera y la última que se cubrió sin censura, sin control" Tras ser gravemente herido, fue trasladado a EE.UU.; "Apocalypse now" volvió a ponerlo en el tablero de ajedrez

El personaje del fotógrafo drogadicto, alcohólico, en delirio perpetuo de "Apocalypse now" era mucho más que un carácter secundario en un filme tenebroso. Era la compleja reencarnación de una actitud extrema que encontró en la guerra de Vietnam su máxima expresión. Dennis Hopper, fotógrafo él también, interpretó este personaje loco, buscando su inspiración en las experiencias reales de otros fotógrafos como Tim Page y Sean Flynn, este último desaparecido en Camboya

El año 1975, Saigón, la capital de Vietnam del Sur, cayó en manos de las fuerzas comunistas de Vietnam del Norte. Era el fin de una de las guerras más brutales y paradigmáticas del siglo pasado. Su impacto social, mediático y cultural fue inmenso. El eco llega hasta nuestros días. La reciente muerte de Dennis Hopper, actor secundario de lujo, invita a recordar uno de sus grandes papeles, el del fotógrafo de Apocalypse now, la obra que mejor supo plasmar los traumas y el dolor, pero también la velocidad, la locura, el riesgo y los grandes impulsos vitales de una época que explotó en Vietnam. El filme se estrenó en 1979. Para muchos de los que vivieron aquel infierno fue la catarsis anhelada tras el silencio, la soledad y lamarginación que precedió al conflicto.


Ese era, en 1977, el sentimiento del corresponsal de guerra Michael Herr, en Despachos de guerra, el mejor libro sobre los hombres y la guerra en nuestro tiempo, según John Le Carré. La obra que contribuyó a romper ese silencio: "En cualquier otra guerra, habrían hecho también películas sobre nosotros, Fechado en el infierno, Parte desde Dong Ja, quizás incluso Un criptógrafo para el frente, sobre Tim Page, Sean Flynn y Rick Merron, tres jóvenes fotógrafos que entraban y salían de las zonas de combate montados en Hondas. Pero Vietnam es embarazoso y siniestro, todos lo saben, y si la gente no quiere siquiera oír hablar de ello, sabes de sobra que no va a ir a pagar dinero por sentarse allí a oscuras y que se lo pongan todo delante. (Lo de Los boinas verdes no cuenta, no trataba en realidad de Vietnam, sino de Santa Mónica.) Así que nos vimos todos obligados a hacernos nuestra propia película". Francis Ford Coppola aceptó el reto estrenando, dos años después, Apocalypse now. Michael Herr y Tim Page colaboraron con él. Sean Flynn, no. Había desaparecido en Vietnam. ¿Qué actor podía aceptar el reto de encarnar el papel del corresponsal de guerra, del fotógrafo kamikaze, hijo en mayúsculas de su tiempo, amante de las drogas, el sexo y el rock and roll, dispuesto a violar todos los límites, poniendo, sin reservas, su vida siempre por delante? ¿Quién podía encarnar a un loco cargado de alcohol y opio como Tim Page o Sean Flynn, en aquel infierno paradigmático de los sesenta? Sólo uno como ellos. Un eterno secundario, también. Un apasionado hijo de su tiempo: Dennis Hopper. Si Apocalypse now es un viaje al corazón de las tinieblas, Hopper, Page, Flynn o Herr desafiaron lo contemporáneo, explorando las tinieblas de su corazón. Si Vietnam, en la mitología de los sesenta, es el infierno, Hopper y Page son las dos caras del diablo. O del ángel.

En los años noventa, pude entrevistar a ambos, por separado, y tuve la sensación de hallarme ante la misma persona. Los dos habían vivido al límite, los dos habían estado al borde del abismo varias veces, rebeldes hasta el final y, tras haber buscado y experimentado todas las alternativas a la realidad, los dos habían elegido, curiosamente, la fotografía como su forma íntimade explicar la realidad. En el cine y en la vida, ambos podrían parecer eternos personajes secundarios, sin un destino programado, llegan donde llegan y van a donde van, por azar. No obstante, su espíritu, su personalidad, impregna de sentido dos relatos fundamentales de la época: Easy rider y Apocalypse now, los filmes y, sobre todo, los hechos reales en que se basaron, fragmentos de sus propias vidas contra el establishment, entre lo salvaje y la violencia.

Dennis Hopper estuvo en Barcelona en 1993 invitado por la Universitat Pompeu Fabra y expuso sus pinturas y fotografías, con el título de Bad Heart. El hombre que hacía películas para atormentar al mundo, igual que el mundo le atormentaba a él, quería reflejar en su obra el paisaje urbano, violento, de Los Ángeles. Durante la entrevista, afirmaba: "Ya no estoy contra nada, explico lo que veo, lo que conozco de mi sociedad. Desgraciadamente, lo que veo es universal, porque la violencia es cada día más frecuente en todas partes. Estoy completamente de acuerdo con Sean Penn, cuando, después de hacer Indian runner, le dijo a un periodista: "No creo que mis películas sean violentas. Vosotros vivís en Europa. Nosotros en Estados Unidos. Nosotros matamos a todos los indígenas y los que se nos escaparon, los convertimos en esclavos. Vivimos en un país que no es realmente el nuestro. El FBI está buscando a quinientos asesinos en serie, mientras que vosotros, en Europa, sólo tenéis tres"".

En los años sesenta, Hopper, como Page, se entregó intensamente a la fotografía. "Toda mi vida pasaba a través de la cámara. Hablaba con la gente a través de ella. Me interesaba el arte como historia. La fotografía es captar el momento". Sobre sus papeles de ficción decía: "Me gustan este tipo de personajes. Los entiendo bien. Cuando leí el guión de Blue velvet, llamé a David Lynch y le dije: "David, me tienes que dejar hacer de Frank, porque yo soy Frank"". De la misma forma que años atrás, en Apocalypse now, había sido Tim Page. "Fue un rodaje durísimo. Marlon Brando no quería que yo estuviese junto a él. Era como una guerra. Coppola estaba paranoico. Me prohibió cargar las cámaras. Me pidió que improvisara totalmente el personaje, que hiciera la que me diera la gana".

Tim Page es uno de los fotógrafos que forman parte de la mitología de Vietnam. Llegó allí con veinte años, el azar lo convirtió en fotógrafo, trabajó para Time-Life, United Press International, Associated Press y Paris Match. Fue herido cuatro veces, dos, muy gravemente, pero sobrevivió. Michael Herr describe así la leyenda que circulaba sobre él: "Una de las cosas que todo el mundo decía de Page era que por entonces no era nada del otro mundo como fotógrafo, pero que iba a sacar fotos a los sitios a los que iban muy pocos fotógrafos. Había gente que lo retrataba como una especie de muchacho de los sesenta, loco y ambicioso, un freaky pasado del todo, en un país donde la locura subía por los cerros e invadía la selva, donde tenías a mano todo lo esencial para conocer Asia, la guerra, las drogas, la aventura total".

Y esta fue su impresión cuando, por fin, dio con él en persona: "Tenía veintitrés años y recuerdo que pensé que me habría gustado conocerle cuando aún era joven. Estaba encogido, machacado, lleno de cicatrices, estaba tan loco como todos habían dicho, salvo que veías claro que ni flipado se pondría ya desagradable. Estaba sin blanca, sus amigos le proporcionaron sitio para dormir, le daban piastras, cigarrillos, licor, yerba. Luego, sacó un par de miles de dólares de unas fotos magníficas de la ofensiva y todas esas cosas nos fueron devueltas, ypor duplicado. Así era el mundo para Page: cuando estaba sin blanca te cuidabas de él, cuando no, se cuidaba él de ti. Estaba más allá de la economía".

En 1999, entrevisté a Tim Page para el programa Música per a camaleons de TV3. Vivía entonces en una idílica granja en Kent. El hombre que en Vietnam inscribió en su casco el título de Frank Zappa, "Help, I'm a rock!", tenía 55 años, vestía un chaleco de camuflaje y cojeaba a causa de sus múltiples heridas de guerra. Nos recogió en la estación y nos condujo a su casa, entre prados verdes y plácidas ovejas, en una ranchera algo destartalada, con agujeros de bala en el chasis. "La compré en Sarajevo –me dijo–, he ido hace poco para hacer fotos".

Practicaba la meditación, exponía, publicaba libros sobre fotografía y guerra, y se declaraba pacifista. Estaba satisfecho de haber contribuido con su trabajo, y casi con su vida, a informar e influir en la opinión pública del mundo sobre el horror de aquella guerra. Se expresaba pausadamente, reflexionaba con ironía inglesa, escogiendo cuidadosamente las palabras. De repente, podía apasionarse, gesticular y emitir sonidos onomatopéyicos, imitando a la perfección el disparo de un bazuca, la explosión de una granada, el vuelo de un helicóptero o una ráfaga de metralleta. Su discurso estaba salpicado de frases del rock and roll. Así pues, para él, la guerra en las calles era muy diferente de la guerra en el campo. En la ciudad "es puro rock and roll; es honky tonk woman, es más excitante". O "las imágenes de Vietnam actuaron sobre la gente como una avalancha, como una rolling stone que influyó sobre la opinión pública".

"Vietnam fue una guerra extraña –decía–. Quizá la primera y la última que se cubrió sin censura, sin control. Sólo había un poco de autocensura ética para evitar publicar fotos de muertos. Fue la primera guerra en color. La primera en que la opinión pública fue fuertemente influida por la imagen. Aunque los fotógrafos éramos mercenarios, estábamos editorializando contra la guerra. Vietnam, para mí, fue el primer clavo del ataúd del imperio americano, el siguiente quizás haya sido la guerra del Golfo, aunque, quizá, McDonald's también podría tener algo que ver, tanto da... He vuelto treinta y dos veces allí. Soy muy amigo de los vietnamitas. Mientras duró la guerra, estando allí, siempre creí que ellos tenían la razón. Y finalmente fue así. Es reconfortante pensar que no me equivocaba."

Para Page, todo empezó a los 16 años, cuando estuvo a punto de perder la vida en un accidente de moto en Inglaterra. "Llegué al hospital dead on arrival, que dicen técnicamente. Fue mi primer DOA", decía con sarcasmo. Después, se marchó de casa a recorrer mundo. Eran los años de la generación beat, Ginsberg, Kerouac, rhythm and blues, las primeras protestas políticas, los primeros movimientos de liberación de la mujer... Cruzó Europa hacia Asia, hizo algún trapicheo de drogas y fregó muchos platos. Quería ir a Australia, pasó por Pakistán, India –"cuando Ginsberg estaba allí, insistía, era el pre-hippy trai"– Bangkok y Laos, donde llegó con cincuenta centavos en el bolsillo. "Laos fue mi universidad, antes del sex and drugs and rock and roll, allí escuché mi primer Bob Dylan, mis primeros Beatles, y me compré una moto. Tuve la suerte de poder hacer unas fotos de un intento de golpe de Estado en Vientián. A la prensa la habían echado. Fui el único. UPI las publicó. Me dieron 100 dólares y una Pentax y me mandaron a Saigón, cargué la moto en el avión y, así, sin más, de repente, me convertí en fotógrafo. Tenía veinte años cuando llegué a Vietnam".

Tim Page se caracterizó por su arrojo, por estar siempre en los lugares más peligrosos. "¿Miedo? Claro. Una persona que no tiene miedo es un estúpido. En cierto sentido, ser fotógrafo es un filtro para el miedo. Tienes una misión, y sigues con tu misión. No te paras. Tienes algo más importante que hacer que asustarte. No te paralizas, tienes que continuar. Después de un ataque que casi me mata, tenía que beber y fumar opio para sublimar el miedo. Cuando estás en medio del tiroteo, no miras el reloj. El tiempo se para. No piensas. Piensas en imágenes. Reaccionas por instinto de supervivencia, pero, por encima de todo, está la drogadicción de hacer fotos. Es tu razón de ser. No estás allí como un soldado para matar. Estás allí para documentar lo que pasa".

Tras su última herida, su segunda DOA –dead on arrival–, la metralla se le incrustó en el cráneo. Los cirujanos le sacaron un trozo de cerebro del tamaño de una naranja. Quedó medio paralizado. Fue trasladado a un hospital en Estados Unidos. Aunque tras seis meses de sufrimiento, dice, pudo volver a andar y a liar canutos, la guerra, para él, se había acabado. "Estaba en Nueva York, estaba vivo, pero nada más. Viví diez años terribles. Me hundí en la negra espiral de las drogas y el alcohol. Sufrí el cuadro postraumático de los veteranos, estaba como loco, como en el nido del cuco, vivía gracias a los amigos, me volví violento, me encarcelaron y, finalmente, me expulsaron de EE.UU. No era nadie. Finalmente en 1977-79, llegó Despachos de guerra, Apocalypse now, y me resucitaron, fue como si alguien me hubiera colocado de nuevo en el tablero de ajedrez. Volví a la fotografía. Hice una gran exposición. Y volví a Vietnam. Aquello fue la catarsis que necesitaba, se abrió la flor de loto, se abrió y se vació la caja de los gusanos y toda mi locura psicológica. Me di cuenta de que la respuesta estaba en mi interior y de que la ventana para mirar en mi interior era Vietnam."

Desde entonces, Page ha vuelto más de treinta veces a Vietnam, para escribir, para hacer fotos y exposiciones, para relacionarse con los fotógrafos vietnamitas, sus colegas del otro bando, y, sobre todo, para intentar dar con los restos de su gran amigo Sean Flynn, hijo de Errol Flynn y también fotógrafo de guerra. Page afirma que Flynn y él eran como hermanos gemelos, idénticos en ideas y aficiones. "No competíamos, nos complementábamos." Según Page, Flynn estaba ansioso de escapar de la sombra decadente de su padre y descubrirse a sí mismo. No le satisfacía haber sido elegido para el mismo papel que su padre en oscuras películas de serie B como El hijo del capitán Blood o Los hijos de Robin. En Saigón, compartieron piso, chicas y pipas de opio. Iban juntos a todas partes. Un día de 1970, Sean Flynn y el reportero Dana Stone salieron en moto hacia Camboya. Nunca más volvieron. Se cree que cayeron en manos de los jemeres rojos y fueron ejecutados. Page y otros han intentado dar con sus restos, infructuosamente. Sean Flynn fue homenajeado por The Clash, en Combat rock (1982): "You know he heard the drums of war. / Each man knows what he's looking for".

En el libro Derailed in uncle Ho's Victory Garden. Return to Vietnam and Cambodia, Tim Page recuerda a su amigo y los días felices en Vietnam: "Ir en moto por Nam, era incluso mejor que Easy Rider: carreteras despejadas, aunque con socavones y baches, poco tráfico desde que Charlie detenía, extorsionaba y hacía agitprop a autobuses y carros de combate. El clima, perfecto, obligaba a llevar Ray-Ban y gorra de cazador. En los monzones era mejor parar a tomar café hasta que el diluvio lo empapaba todo, lloviendo y rugiendo, soltando a raudales su puntual ración de cada tarde. Recuerdo con cariño esas tranquilas pausas que disfruté con Sean Flynn; pasándonos un canuto, ante la carretera que tentaba a correr en cualquier dirección, la mente ida, la adrenalina alta, la camaradería de estar en esa situación existencial, justo en el filo de la navaja. Todo se decía en la corriente subterránea de lo inexpresado".

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