miércoles, 6 de mayo de 2009

Gerardo Guinea - Guatemala


VIII
Para ella nada definitivo ocurre todavía,
ni el destino con su rigor evidente
ni la historia y sus pausas,
ni los acróbatas
ni el distinguido público
menos la tregua del entreacto
que confirma que todo es mentira,
sin duda.

Entonces él, hablando en prosa,
se entiende,
le recuerda el pez dibujado
con furia contra el espejo
y la huella del carmín.

Puesto así el argumento
mientras se rasura borra el pez,
como está escrito
e inevitable que suceda,
ya que ella es una gata blanquísima
con su cartas del naipe que predicen suerte
con la intención, sin duda,
de aprovechar al máximo ese fulgor,
mucho antes de esa fatiga,
porque,
eso sí,
tanto orgasmo cansa.


De su nuevo poemario Casa de nosotros

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