viernes, 5 de diciembre de 2008

Omar Kayyám


Nacido en Naishápúr, Khorassán , en la Persia del siglo XII, Omar kayyám se encuentra entre los grandes poetas sufíes (aunque no está probado que perteneciera a esta secta que promulgaba la unidad panteísta del universo, la identidad sustancial de la divinidad con el alma individual y reabsorción de aquella en ésta y sobretodo, el repudio a todo culto)

Cuando escribe su Rubáiyat (plural de "rubai" o cuartetas), su poesía se encadena al diálogo sufí abierto y continuado por los otros grandes poetas persas: Saadi (1184-1292), Rumi (1207-1273), Hafiz (1391-¿?) y Jami (1414-1492).
Al morir, en el año de la Hegira 517 (1123 d.C) su Rubáiyat comenzó a ser traducido, un tanto tardío con respecto a la oralidad popular por la que ya era ampliamente conocido.

73

Y al fin no somos más que una movible fila
de fantásticas formas que vienen y que van
en torno a esta Linterna del Sol, que alumbra, oscila,
y el maestro abre y cierra cual mágica pupila.

26

¡Oh, si! Apresuremos nuestro humano trajín,
antes que suene la hora de bajar hacia el polvo:
¡Polvo al polvo y debajo yacer del polvo ruin,
sin vino, sin canciones, sin cantor y…sin fin!

79

Del primitivo barro se hizo el hombre primero,
y se echó la semilla de la última cosecha;
y la primera aurora dejó escrito el letrero
que leerá la última de aquel Juicio postrero.

78

Y esa crátera inversa del cielo que te escuda,
bajo la cual rampantes vivimos y morimos…
No le tiendas la mano en súplica de ayuda,
pues, como tú y yo gira tan impotente y muda!

XVI
La vida universal

La justicia es el alma de este mundo,
y este mundo es su cuerpo y nada más;
sus sentidos, los ángeles; sus miembros,
las cosas en su inmensa variedad:
lo cierto es sólo la Unidad Eterna,
mentira lo demás.

La copa viva (fragmento)
Hoy ella vio del alfarero mago
de vasos la magnífica teoría,
de toda forma y de toda edad, y había
en todos ellos un misterio vago.
Su emoción al sentir, dijo el artista:
-“Todos fuimos arcillas y éstos fueron
reyes, poetas y amantes que murieron
legando al sutil polvo su conquista.
“El Espíritu, el vino de la tierra,
busca en cada vasija al propio dueño,
queriendo ansioso revivir su ensueño
al contacto del vaso que lo encierra…

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