viernes, 5 de diciembre de 2008

El arte del presupuesto


LA VERDADERA VANGUARDIA NO TIENE CURRICULUM
por Juan José Díaz Infante, (México)

Revista virtual de arte contemporáneo y nuevas tendencias, Escaner Cultural
jdiazinfante@altamiracave.com
www.escaner.cl.


Todo empezó con una sospecha, pero no necesariamente con ninguna claridad. Era 1995 y, era uno de esos aniversarios de la Bienal de Venecia, creo que era el número 100. Fue estando ahí, participando en una de las exposiciones satélites, Transculture, en uno de esos Palazzos cerca del puente de la academia y también parte de una extensión del pabellón de Japón. Fue ahí donde me enteré de que Picasso en 100 años nunca había sido invitado a presentar en la Biennale Veneciana.

Esos eran los primeros síntomas de lo que hoy se ha vuelto la fiebre de nuevos curadores estrellas, donde es fácil apreciar como el curador se ha vuelto más importante que el artista. En los últimos años se habla de cómo se va a arropar un curador que ha sido seleccionado para dirigir una u otra bienal.

Yo había entendido que un curador por definición era un personaje que cuidaba una colección, un entedimiento propio en una supersíntesis, el trabajo de curador se suponía tenía un interés en la calidad de la colección. Ampliando el término, el curador tiene que ver con algún tipo de coherencia crítica, sentido histórico, logística de montaje y en una integración de elementos lograr algún tipo de texto y contexto. Haciendo esto una metáfora sencilla, es el que "escoge lo mejor".
Ahora el polo de atención ha cambiado. Ahora el curador resulta que busca cuidar su idea y generar una especie de colección alrededor de su idea. Es probable que esta mutación tiene que ver en su generalidad (siempre hay excepciones), a una ecuación que mezcla varios factores, ignorancia sumada a falta de presupuesto. Es penoso decir que TODAS las instituciones culturales sufren de manera global, no importando país o raza un vacío total de presupuesto.

La ecuación en una praxis pragmática es muy sencilla, todo aquello que tiene presupuesto es arte. Todo aquello que no tiene presupuesto no es arte. Es decir poco a poco los artistas se están convirtiendo en comodities, una especie de transformación de mercado, donde la colección hace al artista, en vez de que los artistas hagan la colección. Gente como, Peggy Guggenheim o Saatchi and Saatchi se dieron cuenta que el fenómeno de inyectar dinero detrás de cualquier arte hace arte.
Es imperiosa la necesidad de artistas-curadores de sí mismos, el conflicto de intereses no viene siendo un problema ético, sino que genera una evidencia del sistema, artista- comodity.
Tiene presupuesto, es arte.
Yo quedo envuelto en la misma ecuación, tengo presupuesto, seré artista.
Paralelo a estas elitistas prácticas mercantiles y al obsceno gusto decorativo e indigesto en auge, se produce una tendencia a aligerar el arte de su contenido crítico, de su actitud transgresora, innovadora y –por momentos– corrosiva; se trata de una particular tendencia a despolitizar el arte, restándole toda fuerza de ruptura e innovación. El arte contemporáneo ha dejado de ser cáustico como lo fueron las vanguardias de los a los '20. No se debe ser ingenuo y subestimar la habilidad con que el sistema de convenciones institucionales ha logrado reingresar constantemente el gesto iconoclasta al inventario calculado (razonado) de las desviaciones permitidas, neutralizando así el ademán irreverente y reeducando el exabrupto.
De este modo la producción del arte gira en torno a la producción de exposiciones. El aparato moderno de mediación del arte se ha instalado como una máquina de mostrar que desde hace ya largo tiempo es más poderosa que cualquier obra individual a exponer. De allí también el protagonismo que han adquirido los curadores –dado que se les consigna el rol de editar, esto es, de dar un sentido a un conjunto de producciones que si no fuera por la unidad dada por el crítico como interprete super-dotado las obras aparecerían en su radical autonomía, dispersas, sin animo de suscribir ninguna teoría del arte, ni adscribirse a tendencia alguna que le reste peso de realidad a su radical voluntad expresiva -necesariamente individual- insurrecta y resistente a ser subsumida en un catalogo homogeneizador.
La producción de exposiciones, con su correspondiente tranza bursátil, su núcleo mercantil y la puesta en escena fashion como parte de las estrategias socializadoras con que el mercado del arte y la sociedad de espectáculo coquetea con una clase intelectual cada vez más farandulera, seducida por los flash y la ocasión socialite ampliada en las páginas sociales de algún prestigioso matutino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy cierto esto. Los artistas de ahora se olviden del arte y se vuelven empresarios, con todo lo que eso conlleva. Sera por la vanidad, aunque un artista por esencia es vanidoso, pero el convertirse en el vendedor de vuestras propias creaciones ya raya en el cinismo. El salario del artista es la creacion, supongo, el don por asi decirlo, alquilar estomago y cabeza ante esto pone en entredicho mucho.