lunes, 1 de diciembre de 2008

Dylan Thomas


La fuerza de este poema pareciera la de una ola que rompe contra un acantilado. Siempre me pareció ver a Dylan Thomas escribiéndolo al filo de un precipicio, llenándose de la espuma que ascendía, lleno de Whisky sus ojos, y con las manos alzadas, como si sostuviera las riendas de caballos fantasmas.



And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west
moon;
When their bones are picked clean and the
clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they
shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not
break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan't crack;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no
more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through
daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.


Y la muerte no tendrá señorío.
Desnudos los muertos se habrán
confundido
con el hombre del viento y la luna poniente;
cuando sus huesos estén roídos
y sean polvo los limpios,
tendrán estrellas a sus codos y a sus pies;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar saldrán de nuevo,
aunque los amantes se pierdan quedará el amor;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Bajo las ondulaciones del mar
los que yacen tendidos no moriran aterrados;
retorciéndose en el potro cuando los nervios ceden,
amarrados a una rueda, aún no se romperán;
la fe en sus manos se partirá en dos,
y los penetrarán los daños unicornes;
rotos todos los cabos ya no crujirán más;
y la muerte no tendrá señorío.

Y la muerte no tendrá señorío.
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron
ni levanten ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
aunque estén locos y muertos como clavos,
las cabezas de los cadaveres martillearan margaritas;
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
y la muerte no tendrá señorío.

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